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emoticonos

Emociones a flor de byte

Las emociones, esas reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso, o recuerdo importante. Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria, Wikipedia dixit.

Y la pregunta que se nos viene a la cabeza como comunicadores es cómo ha impactado la digitalización, socialización y “mobilización” de la sociedad a nivel mundial en esas reacciones psicofisiológicas. Lo que antes era una reacción en un entorno cerrado: tú, tu entorno personal y profesional, lo que pudieras expresar en medios unidireccionales (excepto las personas que aparecieran en medios de comunicación), hoy se ha convertido en una oleada cuántica de emociones que llevan a otras emociones y estas a su vez a otras. Y sobre todo cómo entender esa nueva forma de emocionarse y movilizar esas emociones y que impacto tienen en la audiencia, su audiencia y en la audiencia de la audiencia.

Y el ejemplo más claro y gráfico de esto son los emojis o emoticonos: esos pequeños ideogramas creados en Japón cuyo uso ha traspasado fronteras. Y, además, es un uso masivo (en el momento de escribir este post estos eran los emojis más usados en Twitter) en concreto, el primero de ellos tenía un uso de más de 1.500 millones de veces en ese mismo momento. Con una gran diferencia del segundo, ¡Sólo más de 650 millones de veces en este mismo momento! (estos datos podéis encontrarlos en emojitracker.com)

Existen más de 1920 emoticonos, que pueden ser escritos en múltiples plataformas, desde WhatsApp, Twitter, Instagram o Facebook, a una velocidad de vértigo y, lo que es más importante, según recientes estudios, la gente cree que es más fácil expresar emociones y sentimientos con emoticonos que con palabras.

Más del 90% de los consumidores online los utiliza (con mayoría de mujeres sobre hombres) y según The Telegraph es el lenguage que ha crecido más rápido a nivel mundial en la historia. No es exclusivo de los millennials o nativos digitales, es usado por todas las franjas de edad. En definitiva, se trata de un lenguaje universal que tuvo su despegue definitivo cuando Apple lo incluyo en su sistema operativo iOS en el año 2011.

Una empresa que lo ha atrapado al vuelo es Facebook, que ha introducido 5 nuevos emoticonos además del “Me gusta”, dando por un lado, la oportunidad a los usuarios de expresar sus emociones y, por otro, siendo capaces de conocernos mejor que incluso nosotros mismos (hay estudios que afirman que con 150 “me gusta” son capaces de predecir tu comportamiento mejor que tu propia madre).

Se trata de un lenguaje universal y gráfico, con la potencia que esto tiene en un ser tan visual como el ser humano, que es capaz de abordar la diversidad, la igualdad… de una manera sencilla. Por ejemplo, Facebook ha anunciado a principios de este año que ha añadido 1.500 nuevos emojis a su Messenger; entre otros: parejas del mismo sexo, emoticonos con seis tonos de piel y una mayor representación femenina en las actividades.

Y, ¿Cómo pueden las marcas aprovechar todo este nuevo marco de comunicación con el consumidor social hiperconectado y móvil?

Pues, por un lado, aprovechando esa marea de información para entender mejor a los consumidores y, por otro, integrándose en la comunicación con este nuevo lenguaje. Por ejemplo, McDonald’s les ha hecho protagonistas de unos de sus últimos spots en US. Su ya clásico competidor ha ido un paso más allá creando su propia colección de emojis:

Pero si alguien nos ha gustado es Chevrolet con una nota de prensa completamente desarrollada con emojis. ¡Bravo por Chevye!

En resumen, tenemos un lenguaje universal, visual, con capacidad de expresar mejor las emociones que el lenguaje escrito y con una capacidad de viralización instantánea gracias a las redes sociales. Emociones a flor de byte…nada más, nada menos.

Artículo publicado en Kantar Millward Brown Iberia

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